Te he visto y una vez más tuve que disimular.
Tenías que haberme visto al menos unos segundos
todos mis sentidos fueron obligados a renunciar
a fuerza de la razón que también desea vernos juntos.

Tenías que ser tan especial para mis ojos
que guardando discreción hacen alboroto.
Algo debes tener, algo haces, algo en tu rostro
saluda superficialmente y me habla en el fondo.

Aun cuando crees que eres desconocida
o que voy con dirección a lo más relevante:
No te hago menos, muy por el contrario, tu chispa
en cualquier momento se libera para buscarme.

Tenías que haberme visto quizás tímido, 
porque te busco para enamorarme de tu encanto.
Contando con hoy, en mis deseos más íntimos:
quisiera cumplir con el propósito de no hacerte daño.

Mañana volveré a verte, y volveré a disimular
hasta que algo suelte la inocencia por verme. 
Quizás, para ese entonces, tu lugar
sea conmigo encaminados por un para siempre.


También las estrellas son sus escoltas.
También se siente sola en un nido social.
A veces, desea personificarse en otra,
y por allí se desprende una ilusión al azar.

Un suspiro, un motivo, o una que otra cosa
la traen de nuevo al garrote de la vida.
Parece que tiembla cual pétalo de rosa,
y ya la he visto... solo hace falta hallar la vía:

Ya sabemos que estamos juntos sin estarlo,
y mientras sean largas distancias;
no te preocupes, puedo remediarlo,
por sentir así desde ya tengo práctica.

Alguna vez cruzaré ese desconocido,
pero inmenso destierro de tempestad,
y juntos, por donde deseo conmigo
se hará distante la ruta hacia atrás.

Siempre que pueda saldré por la noche
a buscarte en alguna banca, o en la lluvia,
sueles destacar entre mil, millones,
porque eres bonita, porque eres única.



Te quiero y creo que no te convenzo, 
pues el temor que de mí te desampara,
con injusta razón del resentimiento,
me mide con la misma vara.

Por eso te entiendo cuando dices que no,
y a su vez mi corazón insiste
porque confía que entre tú y yo
un lazo de amor puede ser posible.

Y en realidad se da que te quiero
con el propósito de volverse amor.
Cada noche y en el lugar que frecuento
el asunto de mi charla es de los dos.

A esas horas donde es normal soñar
y despertarse con buen ánimo,
con miras de quererte no te dejo de pensar
hasta que el sueño cumpla su rol básico.

Posiblemente te quiero más de lo que digo,
pero te quiero y te llamo desde la otra orilla. 
Aún no sé si es por falta de cariño
que haces esperar
cuando te han esperado
toda la vida.




Si comprendiera que no me aman
iría por un poco de consuelo, no por sexo,
porque no se ama para compartir cama,
sino para compartir con quien amas
con la seguridad de que sales ileso.

Hasta ahora he optado más por el amor
y de eso me siento orgulloso.
Hasta ahora alguien sabe de mi corazón,
y aunque es buena mi intención
sus miradas se dirigen a otro.

Pero no me duele verla partir,
hay de todo un poco en el mundo.
Lo que me dolerá es que por allí
vea equivocadamente feliz
a quien sume más dolor en lo profundo.

Siempre le digo una que otra cosa,
pero, como suele suceder cuando amas:
Aun cuando la encuentro a solas
se toma su tiempo para decirme hola
y no sabe que atesoro sus palabras.

La voy a perder o creo que ya la perdí
y no es que sea mi culpa.
Todos nos perdemos -por decirlo así-
solo que algunos dan fin
cuando no deberían abandonar nunca.




Hasta ahora no sé cómo invitarte a salir
porque no acostumbro a salir con chicas,
porque soy de los que quieren plantar raíz
donde otros llegan de visita.

A lo mejor sucede que nos encontramos
en esas veces donde adivino el rumbo.
A lo mejor puede que algo
nos haga saber ¡qué pequeño es el mundo!

Pero de algo estoy seguro 
y en esto soy bien honesto:
que empleo las palabras como recurso
porque confío en la magia de los versos.

De igual modo: mágico es escucharte
y saber que detrás de ese mensaje
hay al frente el retrato de un ángel
que cambia de aspecto, pero no de imagen.

Y mientras hallan emociones al verte
desde mi ventana hacia las estrellas,
todo lo dicho hasta ahora es breve 
porque aún queda más por hacer 
cuando estés 
cerca.

¿Aceptas salir conmigo?



Puedes irte cuántas veces quieras,
acorralas con fiesta a mis ilusiones,
nada parece ser mío, ni es a mi manera
porque te vas y me asisten tus emociones.

Excedes en mis modos de pensarte.
Hay otro motivo para estar alegre
puesto que me han tocado suave
tus ojos que en todo interceden.

¡Mira que es tan fácil enamorarse!
Lo cumplo contigo, graciosa distraída.
Me acerco con el pretexto de saludarte
y me correspondes por cortesía.

Y me gustas... ¡me gustas! ¡me gustas!
Si bien quererte no te trae del todo
me va bien dejar mis ataduras
premiado con miradas que son de asombro.

Y no sé si yo te gusto, pero tú a mi sí...
Casi seguido doy la vuelta
con la esperanza de que estés allí
alzando el corazón en señal nuestra.




Cargado de pecados a pulso de voluntad
por alguna razón sé que no se me acusa
porque me das la idea que volviendo atrás
mis buenas obras han pagado mi culpa.

También me animas a perder la vergüenza
cuando traigo razones para avergonzarme.
Me parece que es así, o me juega a mal la idea
por hallarme gozoso cuando soy miserable.

Luego una apacible distinción me hace saber
que otra vez me has perdonado a tiempo:
A los seres humanos les duele más entender
que después de lo malo llega siempre lo bueno.

No te corto las alas cuando sé que sabes volar
ni detengo tus aleteos; te pongo a prueba.
Recuerda: Conozco tus limites en general,
¿no te gustaría recibir más por tu entrega?

¡Necio! Aún no te das cuenta que veo tu corazón
y desde ya tengo el mayor detalle para contigo:
Desde los cielos te regocijo en mi amor
porque tú no eres mi ciervo, ¡Tú eres mi amigo!...

¡Qué detalle... qué detalle Señor has tenido conmigo!




Tengo a la conciencia que solo sabe reclamar,
durante su trajín laborioso murmura recuerdos,
duerme para desahogarse, amanece por voluntad,
a veces, se aleja; a veces, retoma su vuelo.

Pero, no, Dios mío, todavía es temprano.
No es así como funcionan las cosas cuando se ama.
Disculpa mi insistencia, pero a los seres humanos
nos duele más entender a la mala.

No permitas que todo se invada en mi contra
porque más dolor se suma de vuelta a casa.
Más bien, ayúdame a darle forma
porque este es mi sueño, ¡no me cortes las alas!

Acaso, ¿no sientes a mi corazón inquieto?
Temblorosas, mis manos, hacen puño.
Sin mentirte bien sabes de mis miedos,
pero aquí estoy, una vez más, ante el mundo.

No me digas que ya acabó. Para ti es tan simple.
Quizás me aguarden nuevas primaveras;
quizás hay algo mejor, pero es intangible
como los sueños abandonados que quedan fuera.

No me digas que vuelva a empezar,
¿O me toca llevarme otro mal recuerdo?
Sí es así, hazme saber que voy a llorar
y que voy a tener más derrotas y menos aciertos.



Pero, ¿Cómo no vas a tener dudas, mujer,
si te habla de situaciones embarazosas?
Se te insinúa descaradamente y, entre otras cosas,
confunde espacios públicos por cuartos de hotel.

¿Cuál es su futuro contigo? ¡Ah! Aún son jóvenes
y quieren saber si esto puede funcionar.
Ya veo por donde va su relación informal:
sexo, diversión, apoyo moral, ¡Ah! y hoteles.

“¡Ay, pero lo quiero!, ¡ay, pero es lindo!
Lo que pasa es que tú estás celoso
porque no tienes novia y criticas lo hermoso
porque sólo te pueden ver como amigo.”

Muy cierto; sólo me ven como amigo,
y esta es una noticia de cuatro paredes:
Me ven como amigo, ¿quiénes?
Mujeres libertinas que no piensan en hijos.

Porque las otras de por sí que esperan.
No juegan a los romances de caras bonitas.
Se nota cuando una mujer se perfila señorita:
muy enamorada en una relación seria.

En cambio tú, que te las das de princesa
tomas a conciencia la clara imagen.
Luego sufres; luego, todos somos iguales,
cuando bien sabes que la realidad no es esa.




En el fondo, y no tan dentro, te debo 
un favor en vez de un desprecio.
Aunque no puedo fingir que estoy molesto,
es mejor callarme y juzgarte en silencio. 

Viéndote con más detenimiento: creo que sí,
hacerle eternidades a quien no me piensa
es como construirle un mundo feliz
a una cara desconsoladamente muerta.

Tu cuerpo, que debería ser un templo,
- por respeto a toda mujer de principios - 
es amiga cariñosa, comadre de sus puercos,
y según veo: aún amistosa para estos mismos.

Vaya sentido del amor; ni siquiera eres egoísta.
Creo que te agotas por seguir un farol,
o un globo de la mano con una sonrisa,
ni te alzas a los montes, ni a las estrellas como yo.

Hay ocasiones donde por error pienso
que Dios debería hacer que fluya
a montones tus clementes sentimientos;
para que así, entonces, vayas en mi busca.



Hay una señorita de cabellos ondulados
que acostumbra girar en mis molinos de café.
La he visto haciéndose de los anchos
y de los altos frutos marcados por sus pies.

Soy para amarla: No la he visto para sexo.
Tengo la manía de echar las manos
en otras que escasamente encuentro:
chamuscadas, sin corazón, en desamparo.

(Y para quienes sostienen la lujuria
como carácter de hombría o de superhombre,
perdónenme; pero mi naturaleza no es tan sucia.
Muy por el contrario: eso, no es de hombres.)

Mujeres... ¡habiendo muchas son pocas!
Y solo una parece haberse quedado conmigo.
Pero no atiende a mis ojeras ni le hago sombra,
a veces le pico los oídos, pero soy un amigo.

Llevado por lo que es simple de entender:
Me sale del corazón alzar esperanzas
ante esa joven que me mira con extrañes,
mientras yo callo, calla, y seguimos la marcha.




Porquen la espera por teléfono
se encierra la más bella prueba de amor.


¡Vaya disparate lo mío! Esta habitación
gotea despedidas, hunde las manos en las cenizas.
A modo delirante intento no perder conexión
inmediatamente, aprisa, aprisa, más aprisa.

Repito lo matutino de las llamadas,
ninguna es tuya, por quinta vez lo confirmo.
A penas se ven ciertas entradas
que están falseándose como nuevos envíos.

Tengo la angustia de que me abraces,
de hacerte restaurar con este absurdo método.
¡Por piedad! Es de Dios mandar ángeles
como revelación a la espera por teléfono.

Hubiera podido escoger otras tentativas
ya que soy anzuelo fácil para eso,
y las hay; sin embargo, las hay en teoría
rodeándote… acompañándote en tu lecho.

De manera que en vez de alejarme
desarrollo un chasco de telepatía
¡Con tal de qué creas que no es tarde!
¡Con tal de qué creas que te amo todavía!


El día de hoy un ángel está pensando en mí
y con una sonrisa expresa estar feliz.
Yo no sería capaz de lastimarla,
más bien, quisiera siempre poder amarla.

Mi princesa del mundo de las hadas,
sé feliz, tú tienes buenos camaradas
y en especial, mi niña, me tienes a mí,
hoy y siempre porque te amo sólo a ti.

No pienses que algún día te dejaré,
eres valiosa y jamás permitiría que llores.
Yo te hablaré con amor y te daré flores,
porque de ti, mi musa, yo me enamoré.

Esos hermosos ojitos no deben llorar
porque yo los veo y me hacen suspirar.
Te amo y quiero tenerte hasta mi vejez,
felices para siempre, soñando más de una vez.

No sabes cuánto me encanta escucharte
y sobre todo, mi amor, me cautiva mirarte.
De verdad eres todo lo que más quiero
y te amo con todo mi amor sincero.

Sé que puedes hacer más de una poesía,
y siendo así, eres mi musa de cada día
y para ti la más hermosa composición,
ya que eres verdaderamente mi adoración.

Eres la dueña de mi corazón ciertamente,
porque estás a mi lado y en mi mente.
Francamente, mi amor, de mí no te vas,
porque en mi corazón siempre vivirás. 




SI ME AMARA

Por un tiempo casi inmenso mis ojos
se han colgado de otros sin atesorarlos.
Creo que es mi culpa por llevar en mi bolso
el primer filtro que es amarlos.

En apoyo a esto, informo: amo para cuidar,
no cuido para saber si de repente amo.
Lo curioso a esto es que quizás
hallan menos inesperados en mis brazos.

La princesa triste que mueve las piernas
todavía enmudece sus sueños conmigo.
Pero la quiero, y temo instituirla estrella
como a otras desorientadas por el peligro.

Si me amara aunque sea un poquito,
fuera cual fuera su excusa, rompería al cansancio
para valerme de fuertes piernas y suspiros
con la más absoluta decisión del ánimo.

Serían otros tiempos, tiempos de labranza.
Contento me dirigiría al arduo pero provechoso
rescate de ilusiones. Creyendo en la esperanza
sus remos en mi balsa me indicarían cómo.

La mujer que amo aún lleva consigo
las manos feas y el corazón trizado.
Forcejea con la creencia de suspiros,
y me es lamentable no verla a salvo.


Primer Premio del II Concurso Internacional - General de Poesía
Mar de Plata - Argentina




Por un tiempo casi inmenso mis ojos
se han colgado de otros sin atesorarlos.
Creo que es mi culpa por llevar en mi bolso
el primer filtro que es amarlos.

En apoyo a esto, informo: amo para cuidar,
no cuido para saber si de repente amo.
Lo curioso a esto es que quizás
hallan menos inesperados en mis brazos.

La princesa triste que mueve las piernas
todavía enmudece sus sueños conmigo.
Pero la quiero, y temo instituirla estrella
como a otras desorientadas por el peligro.

Si me amara aunque sea un poquito,
fuera cual fuera su excusa, rompería al cansancio
para valerme de fuertes piernas y suspiros
con la más absoluta decisión del ánimo.

Serían otros tiempos, tiempos de labranza.
Contento me dirigiría al arduo pero provechoso
rescate de ilusiones. Creyendo en la esperanza
sus remos en mi balsa me indicarían cómo.

La mujer que amo aún lleva consigo
las manos feas y el corazón trizado.
Forcejea con la creencia de suspiros,
y me es lamentable no verla a salvo.



Te había visto con rostro de lluvia 
espiándote cuidadosamente desde mi ventana.
Noté el claro sabor amargo de la angustia
y tanto más que solo se nota cuando se ama.

Me conoces de jovialidades, de nostalgias,
- creo que debí presentarme antes que nada -
Soy otra pieza solitaria que vio circunstancia
en donde otros creen que no se halla.

Y sí, me conoces, me has cantado por las calles
como yo lo hacía esperando una ocasión.
Por eso te entiendo siendo desiguales,
cargué con lo mismo y veo que valió la intención.

Aquella princesa ha llegado a mi vida,
ángel de luz, rosedal de sueños y magnitudes:
Veme aquí, ¡ya se agruparon nuestras islas!
Ten fe en mi amor, mi trato es igual de dulce.

Sonrío con las estrellas y soy amigo de ellas.
Tú contagiaste, tú lo estás sacando a relucir,
así que no te queda de otra, belleza,
te extiendo los brazos para que sueñes junto a mí.




No te amé delirando con mi edad,
sino que te amé con más edad de la que tengo.
No te amé a lo disimulado o carente de paz,
sino a lo grande como suelen ser los sueños.

No soy poeta, ni se dé eso ni de rimas, 
soy un chirrido, alguien que murmura despacito.
Visto con ropa exclusiva, a veces, con camisa,
a veces sin gracia como para pasar inadvertido.

Ese soy yo: ventilando mis puestas de sol,
creando inviernos donde hay otoños.
Dirigiéndome al mar por seguir un farol.
por una sonrisa creciente, por un globo.

Pero nunca te amé para negociar un cambio,
yo no soy así: nunca amo para olvidar.
Lo demás son los demás y de esos hay varios:
yo no peco por tus labios, yo peco por amar.

Acaso, ¿habrá que ser tan esquivo
para evitar a quien confía en los cielos?
Hasta lo que se presenta sencillo
puede valerse o verse como un buen intento.

Pero se ha dado así, solo espero que el próximo
controle las disputas de la vida, sus trabas,
para que con ojos bien abiertos y sólidos
envuelva al amor que hallándote se halla.


TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
Autor: Geyler Hartley Aranda Rafael
Trujillo - Perú
2016



Si es verdad lo que dicen las estrellas
de un modo parecido las ponen a prueba,
y si fuese verdad... hasta cierto punto llevan
esperanza que acorde a la mía es gemela.

Ah pero a esa chica se le olvida
mirarse al espejo para recordar que es bonita,
si es que lo sabe o no, a simple vista
nada parece cambiarle lo niña cuando es señorita.

La prefiero triste, la imagino triste donde sea,
seguramente se ilusiona con facilidad,
quizás guarda sus sentimientos por pena
como yo, que no soy diestro para enamorar.

Algo muy bonito que trato de adivinar
se teje en los blandos cristales de su encanto;
algo que ansío, algo que mis ojos desean mirar
se verá en un día impreciso, pero exacto.

Y brillarán sus ojos, cerrarán sus extensos llantos
para soñar con la promesa de buscarnos.
Me ganará la dicha y ocurrirá entre ambos:
el amor que no cesará de mirarnos.