Gracias por aparecer en mi vida para irte
como se va lo que nunca tuvo lugar fijo,
lo que hiere mucho; por algo bien dijiste
que no nos hagamos promesas de ningún tipo.

Ahora que te has ido parece que no lo has hecho,
para mi decadente suerte sigo en lo mismo.
Aprender que no volverás lo haré con el tiempo
pues, aunque no valga, no me descuelgo de tu hilo.

Pero, te agradezco por dejarlo así
cuando más se sentía que marcharíamos juntos
de sorpresa cambiaste el rato feliz
por otro que marcaría nuestros mundos.

Como si fuera poco has tomado una buena decisión
y resignado por lo que ya no debería mencionar
faltan hervir ciertas sobras... y por lo que pasó:
nunca fue tan necesario dejarnos en libertad.

Este es un final triste y denigrante en el amor,
pero no usaré otro consuelo que no sea el tiempo.
Ausente me sentaré tranquilo en el sillón
y me haré el distraído con tu recuerdo siniestro.

Llévate contigo que fui yo quien habló de finales
y cuéntale a quien te abrace las entrañas
que para apartarte así cuando el amor es grande
se muere para vida del que amas.




Creo que hoy llegó el día más triste de mi vida,
te haces humo, te reclamo, te odio y eres más profunda;
agotado por sepultarte retrocedo de rodillas
a exigirte la mirada que se convirtió en espuma.

¿Dónde estás? - me pregunto manipulando respuestas
y mientras tanto me dispongo a tu lado.
Nos hacemos débiles cuando deberíamos ser fuerza
como las rosas juntas que forman el ramo.

Queriendo me obligo a recordarte, a amarte,
a saber de tus cabellos dispersos, y de tu sin fin.
Muriendo de la vida sujeto a pulso su cadáver
para creer que sólo con voluntad se puede ser feliz.

Iluso... siempre iluso por un sueño enamorado,
están próximos los finales sin caricias de mujer
¡Y qué me importa si llegado el entusiasmo
no sonrío, no canto, no sé del amor ni sé llegar a él!

Por lo que se difiere en estas dolencias malditas
no negará tu buena vida que la encaminé al amor,
pudo hallar desabrigos, momentos bravíos, caídas,
pero nunca dirá que no fue amor, por mi honor, que no.




Si para mañana como hoy, te escapas
con la promesa de volver o simplemente no vuelves,
llévate a prisa que me harás mucha falta,
pero, como todo y tú, no será para siempre.

Quizás, apruebes eso de que "la vida sigue"
(razón para tapar disciplinas que lo fueron todo
tomando por los cabellos al buen tiempo libre
cuando ya el amor y sus cosas nos vale poco).

Y si te vas, estirando los brazos de rosa fresca,
respirando sobre los paños tristes de mis arrestos;
hallarán otros motivos mis ojos que se cierran
por no verse en ti cuando los tomes por muertos.

De un modo gris me despertaré impulsivamente
en el silencio más calado de mi habitación,
las paredes se hundirán, las ventanas abrirán saberes:
¡Quién ama padece renunciar diciendo adiós!

Porque yo también muevo las piernas cuando te pienso
y juego a ser adolescente creyendo en las estrellas,
tan seguro estoy que lo has sentido entre risas y miedos
que el amor lastima muchísimo, pero a más no llega.



No me elijas como novio 
porque corres el riesgo de que te ame.
Al gritar tú, yo también haré lo propio
sin la más mínima intención de lastimarte.

No me plantes en el cielo de tu vida,
créeme; es una pésima idea,
porque yo también te pondré en la mía,
aferrada a mi pecho como al cielo: las estrellas.

No te me enamores, no tiene caso,
tus ruedas son firmes, las mías tambalean.
Le aguardan elogios a tu andar raso
y suaves pausas que a todos nos llega.

Si crees que deberías elegirme, no lo hagas.
Si crees que podrías intentarlo, tampoco lo hagas,
porque el amor, pese a su buen actuar, daña,
y, evitando alucinaciones, claramente es llama.

No me elijas si temes caer en otra trampa,
porque matarías el principio de lo especial.
Mi amor y lo que sea de él en sus ganas
crea inolvidables que se disfruta recordar.

No me elijas si estás esperanzada del tiempo.
No me elijas si hay otro o esperas más de mí.
No me elijas para después
si puedo ser el primero.
No me elijas para mañana
porque hoy
te elijo a ti.




Voy débil alejándome como polvo en la escoba.
El tiempo ignora y falta poco para ser de humo,
y es normal que se entienda a la broma
si se dice no amar para no sentirse desnudo.

Duramente he criticado a Dios por enamorarme,
pero esto va sobrepasando los tejados,
esta llegando a las estrellas para colgarse
hincando en el centro igual que los dardos.

Pero, ¡qué más da! Si me hago daño
¡qué más da!... Déjame bailar a solas, 
pues en mi universo te levanto en brazos
para que me acaricie hasta tu sombra.

No me detengas ahora, ahora que soy feliz,
soy feliz por enredarme entre los delirios,
donde amar nunca se desamará infeliz
ni habrán finales porque es principio.




El día que me quieras, tenlo por seguro
que si aún no te he olvidado,
las ansías de amarte se verán en apuros
por más que nuestro encuentro sea lejano.

El día que me quieras, todo lo más bello 
quedará en mi alma para compartir con la tuya
y me verás, y te veré, entre los destellos
cuando me cante tu nombre la luna.

Rebotará el tiempo positivamente
y sus exhalaciones serán frutos sensitivos;
conspirará entonces un para siempre:
enamorarse otra vez; esta vez, correspondido.

Corresponde esperar cuando se ama
y cuando la pasión no la opaca,
porque si es amor, ni la distancia separa
los fuertes lazos que aún no se atan.

El día que me quieras, habrás sabido
que el amor es lento, pero rápido en su obrar;
y yo, sonriendo al nuevo brillo, 
desearé que sea mío el de nunca acabar.




Me sigue haciendo falta decirte que te amo
como adolescente tembloroso por una caricia,
imaginando el físico que no llega al gramo
cuando la junta interna es más bellísima.

Concibo, pues, volverte a sentir niña,
lo que me lleva a decir que es eterno,
y por lo expuesto, informan mis retinas: 
- Son todas las claridades en una, cerebro. 

Y me sigue haciendo falta ofrendar cumplido 
ante lo que se conversa en el interior de mis oídos, 
para amarnos, para que hagas lo mismo... 
enamorando al tiempo en esta noche de frío. 



Ayer es hoy mientras podamos recuperarlo.
Ayer es hoy, y se quiere alejar de nosotros
como se alejan las flores de los campos
cuando llega el invierno en nuestros rostros. 

Ayer es hoy, y puedo comprender al reproche.
Por las ventanas se escapan voces tristes
y la casa es más vacía durante la noche
como el día que por remedio te fuiste.

Ni siquiera me alivia la poesía que carcome,
son líneas judas queriendo ser el Cristo,
prolonga airada su tétrico golpe
con el favor del Dios que hunde su maleficio.

Y me retiro de la poesía porque no me sirve.
No me interesa ahora que te he perdido.
Le faltan manadas a mi guarida de tigre...
supongo que te va mejor huir del peligro.

Ayer, como prueba de lo que hablo
abortamos más amanecidas definitivas,
pero el hoy se figura a lo largo
como ayer, y el ayer sigue siendo hoy día.



Aún hay más por decir hasta cierto punto
en el que me callas o me callo agridulce
dado que tu sonrisa ha generado un abrupto
cuando en ese mismo instante sufres.

Me toca en el corazón verte triste,
por esa razón, mi intención es que seas feliz,
puede que al decirlo sea algo simple,
pero la voluntad es el primer paso por cumplir.

Tú sabes que las cosas suceden calladamente
al margen de una lágrima resbalándose
y sabes, también, que no puede valerme leve
las heridas hundidas que están rasgándote.

He dejado para el final esta pieza de amor
y por favor, no me la quites nunca
porque me he imaginado que para esta ocasión
tu corazón se abraza al mío de forma conjunta.

Y esto nos lleva a ser uno en lo absoluto
como si por un soplo dejase de ser el motivo,
para ser tú y yo mismo en el preludio
de tus besos que han hecho en los míos: su nido.



Desde aquí veo el porqué de tu tristeza
y te abrazo para que no te sientas sola,
y para no sentirme solo, solo si te alejas
callándome el suplicio que te ahoga.

Es así como muere una disputa
sin más caricias que un largo abrazo,
pues, nuestro amor es como la costura:
une a dos pieles del mismo saco.

Y como siempre, vuelves a creerme
y naces de nuevo con eso tan increíble
que me invita a sentarme en el muelle
con el fin de perderme en mis sentires.