Cargado de pecados a pulso de voluntad
por alguna razón sé que no se me acusa
porque me das la idea que volviendo atrás
mis buenas obras han pagado mi culpa.

También me animas a perder la vergüenza
cuando traigo razones para avergonzarme.
Me parece que es así, o me juega a mal la idea
por hallarme gozoso cuando soy miserable.

Luego una apacible distinción me hace saber
que otra vez me has perdonado a tiempo:
A los seres humanos les duele más entender
que después de lo malo llega siempre lo bueno.

No te corto las alas cuando sé que sabes volar
ni detengo tus aleteos; te pongo a prueba.
Recuerda: Conozco tus limites en general,
¿no te gustaría recibir más por tu entrega?

¡Necio! Aún no te das cuenta que veo tu corazón
y desde ya tengo el mayor detalle para contigo:
Desde los cielos te regocijo en mi amor
porque tú no eres mi ciervo, ¡Tú eres mi amigo!...

¡Qué detalle... qué detalle Señor has tenido conmigo!