No me elijas como novio 
porque corres el riesgo de que te ame.
Al gritar tú, yo también haré lo propio
sin la más mínima intención de lastimarte.

No me plantes en el cielo de tu vida,
créeme; es una pésima idea,
porque yo también te pondré en la mía,
aferrada a mi pecho como al cielo: las estrellas.

No te me enamores, no tiene caso,
tus ruedas son firmes, las mías tambalean.
Le aguardan elogios a tu andar raso
y suaves pausas que a todos nos llega.

Si crees que deberías elegirme, no lo hagas.
Si crees que podrías intentarlo, tampoco lo hagas,
porque el amor, pese a su buen actuar, daña,
y, evitando alucinaciones, claramente es llama.

No me elijas si temes caer en otra trampa,
porque matarías el principio de lo especial.
Mi amor y lo que sea de él en sus ganas
crea inolvidables que se disfruta recordar.

No me elijas si estás esperanzada del tiempo.
No me elijas si hay otro o esperas más de mí.
No me elijas para después
si puedo ser el primero.
No me elijas para mañana
porque hoy
te elijo a ti.